La
Gestión por Resultados (también denominada administración por objetivos o
dirección por resultados) es un enfoque de gestión que busca incrementar la
eficacia y el impacto de las políticas de la organización a través de una mayor
responsabilidad de los funcionarios por los resultados de su gestión.
Es un
sistema dinámico que integra la necesidad de la empresa de alcanzar sus
objetivos de lucro y crecimiento, con la necesidad del gerente de contribuir a
su propio desarrollo. Es un estilo exigente y equilibrado de administración de
empresas. Se caracteriza por la adecuación flexible de los recursos, sistemas
de gestión y estructura de responsabilidades, a un conjunto de resultados
estratégicos precisos, definidos y dados a conocer con antelación, posibles de
cumplir en un período establecido de tiempo.
Mediante la implementación de esta
forma de gestión, se tiende a dotar a la pública y privada de un conjunto de
metodologías y técnicas, para lograr consistencia y coherencia entre los
objetivos estratégicos y los planes de cada uno de los organismos o entidades
de los sectores productivos.
La gestión por resultados supone medir los
resultados. Esta simple evidencia, sin embargo, la medición de los resultados
es una de las cuestiones organizacionales más complejas: para analizar la
gestión operativa es preciso medir productos (muchas veces servicios
intangibles), para analizar la gestión estratégica es necesario medir los
resultados que estos productos generan y para quiénes y para analizar las
políticas es preciso conocer los efectos e impactos que se logran sobre la
sociedad. Para todo ello es preciso construir y aplicar indicadores válidos y
legitimados, pues los indicadores son la visión compartida de la forma en que
se logran los fines.
Los
resultados deben lograrse dentro de un entorno de productividad en los cuales
la eficiencia y la eficacia se combinen para asegurar una organización altamente
productiva, con un uso racional de los recursos, generadora de nuevos ingresos
que aseguren la sostenibilidad organizacional y de valor agregado para el colaborador,
el empresariado, los miembros de la organización y el País.
La gestión por resultados, comprende:
- La definición de resultados esperados realistas, basados en los análisis apropiados;
- La identificación clara de los beneficiarios de programas y la elaboración de programas que responden a sus necesidades;
- El seguimiento del progreso, a partir de los indicadores apropiados, en función de los resultados y recursos usados;
- La identificación y la gestión de los riesgos, teniendo en cuenta los resultados esperados y los recursos necesarios;
- El aumento de los conocimientos por medio de las lecciones aprendidas y la integración de ellos en las decisiones;
- La producción de informes sobre los resultados obtenidos y los recursos usados.
Antecedentes de la Gestión por Resultados
La
teoría neoclásica fue desplazando progresivamente la atención antes puesta en
las llamadas “actividades-medio”, hacia los objetivos o finalidades de la
organización; los enfoques que se basaban en el “proceso” y los “medios” fueron
sustituidos por un enfoque centrado en los resultados y objetivos alcanzados
(fines), por lo que la preocupación acerca de “cómo” administrar pasó a ser la
preocupación de “por qué o para qué” administrar. La administración por
resultados o Gestión por resultados constituye un modelo administrativo
bastante difundido y plenamente identificado con el espíritu pragmático y
democrático de la teoría neoclásica.
Este
tipo de administración apareció recientemente en 1954 con Peter F. Drucker,
quien publicó un libro en el cual la caracterizó por primera vez. La gestión
por resultados surgió en la década de 1950, cuando la empresa privada
norteamericana estaba sufriendo fuertes presiones. . El empresario en esa época
estaba medio consciente de las pérdidas de sus márgenes de ganancias y de la
necesidad de reducir gastos, y se concentraba más en los resultados que en
esfuerzos superfluos y dispersos. La presión económica de la época generó
dentro de las empresas una “administración por presión”, pero la presión ejercida
sobre los gerentes no condujo a mejores resultados.
Como
respuesta, las empresas hacían más fuertes los controles y con eso se cerraba
más el círculo vicioso: mayor control, mayor resistencia; mayor resistencia,
mayor control. Fue entonces cuando se buscó una forma de equilibrar los
objetivos, admitir una mayor participación descentralizar las decisiones,
permitir el autocontrol y la auto evaluación, proporcionando mayor libertad y
mayor flexibilidad en los controles.
Esta
metodología surgió como método de evaluación y control sobre el desempeño de
áreas y organizaciones en crecimiento rápido. Inicialmente constituyó un
criterio financiero de evaluación y de control. Como criterio financiero fue
válido pues los criterios de ganancia y de costo no son suficientes para
explicar la organización social y humana. La respuesta de los niveles medios e
inferiores de la organización a ese criterio fue de descontento y apatía, lo
cual ocasionó conflictos entre los funcionarios de nivel medio e inferior y la
alta dirección. Fue entonces cuando comenzaron a surgir las ideas de
descentralización y administración por resultados.
El
único modo que encontró la dirección para revertir el proceso antes descrito
fue la descentralización de las decisiones y la fijación de objetivos para cada
área clave: cada cual escogería “cómo” alcanzar los resultados. Se eliminaron
los órganos de staff, quedando a cargo de cada división la creación de los
“servicios que se necesitaran para alcanzar los objetivos”, lo que fortaleció
la posición de autoridad de cada jefe operativo.
Beneficios de la Gestión por resultados
- Ayuda a los procesos de planeación al hacer que los gerentes establezcan metas y plazos.
- Mejora la comunicación entre gerentes y subordinados
- Hace que los individuos conozcan mejor las metas de la organización
- Hace más justo el proceso de evaluación al centrarse en logros específicos.
Terminología utilizada en la Gestión por
Resultados
Resultado: es un
cambio cuantitativo o cualitativo que ocurre en un proyecto; por una relación
de causa-efecto.
Resultados a nivel de productos (o
parciales): son los resultados inmediatos, visibles y
concretos que se obtienen durante la ejecución del proyecto y que contribuyen,
como consecuencia lógica de las actividades del proyecto, al logro del
resultado final.
Resultados a nivel de efecto (o final): es el
resultado que se obtiene al momento en que finaliza el proyecto. Equivale al
propósito del proyecto, y por su misma definición, no puede haber más de un
resultado a este nivel.
Resultados a nivel de impacto (o de largo
plazo): son los resultados que se obtienen un tiempo después de la
finalización del proyecto.
Riesgo: es la probabilidad de
una condición crítica que puede impedir el logro de los resultados previstos. Es
la acción de medir y controlar la marcha del proyecto, de hacer un seguimiento
de las actividades claves del mismo mediante la aplicación de los siguientes
instrumentos previamente definidos:
- Indicadores: son una manera de medir los resultados logrados, son los instrumentos que describen, en términos cuantitativos o cualitativos, el cambio logrado o que se quiere lograr en el tiempo. Pueden ser medidas, índices de rendimiento (aumentos, disminuciones), comparaciones entre cifras o condiciones, hechos, opiniones, etc. Deben ser fruto de un acuerdo mutuo al inicio del proyecto; deben ser mensurables, participativos, sencillos y accesibles y pertinentes. Pueden ser cuantitativos (número de, frecuencia de, % de, tasa de, diferencia con, etc.) o cualitativos (capacidad de, calidad de, nivel de, presencia de, percepción de, etc.)
Fuente: IUE