No dejemos que pase un
solo día de nuestra vida sin haber mejorado en algún aspecto de ella, ya sea en
el ámbito familiar, personal, medio ambiental, laboral, entre otros.
¿Cómo sería si
olvidáramos que esta tarea no es un trabajo de los demás y comenzáramos el
cambio con nosotros mismos? Sin duda, esta sería la mejor manera de empezar a
cambiar el mundo, porque podríamos ser un modelo para incentivar a las personas
con las que compartimos a diario para que sigan nuestro ejemplo.
La base de mi observación
recuerda a un viejo refrán, “La superación personal empieza por la aceptación
de sí mismo, reconociéndose uno tal como es, con sus virtudes y sus defectos”.
Este refrán, que pareciera hacer referencia a la vida personal, también apunta
a la planeación y evaluación de procesos logísticos de producción y
administración. Es decir, ésta es la manera como empieza el análisis de las
debilidades o puntos endebles de cualquier operación o proceso dentro de una
institución.
Los defectos o problemas
constituyen aspectos que debemos superar para iniciar, progresivamente, el
camino de la mejora continua en cualquiera de los dos ámbitos descritos.
Un proceso de cambio debe
plantearse a través de una necesidad, insatisfacción, crisis o determinado
reto, aspectos que al ser identificados deben arrojar una evaluación de los
escenarios y medición de resultados, que nos permitirá saber “dónde estábamos parados”
antes de las acciones y dónde estaremos después de ellas.
Ese cambio, además, debe contar con una
metodología adoptada como “know how” que servirá como estándar de calidad y nos
identificará con un nivel de servicio aceptable para cualquier cliente,
brindándole una calidad por encima de sus expectativas.
Cuando dejamos de
esforzarnos día a día por mejorar nuestros procesos, caemos irremediablemente
en el conformismo y el letargo en el que muchas instituciones y colabores lo
hacen, debemos recordar que el mejoramiento continuo es justamente eso, una
tarea de todos los días. No podemos pensar que no hay nada por mejorar, ya que
cada día se encuentran novedosas estrategias para aplicar en nuestro sitio de
trabajo, en el servicio a nuestros clientes, y en todas y cada una de nuestras
actividades.
Optimización como cultura
Como ejercicio mental es
recomendable no ser conformista. Si se alcanza un buen nivel de calidad que
permite desarrollar la actividad normalmente, ¿por qué no intentar mejorar?,
¿por qué no ser más productivos y hacer más con los mismos recursos?, ¿porqué
no maximizar dichos recursos en beneficio de ser más eficientes en el ámbito
personal y laboral?
Fuente: Mg. Rodrigo Castelazo Torres